Su nombre era Yelene

Me siento asqueado
Escurro un líquido
Oloroso de color alquitrán
que emana un humo ácido
Combinado con sudor de axila

La boca me sabe a azúcar
Artificial
A petróleo y cesio
con un toque de tabaco
Sal, limón y lápiz labial

Ella huele a shampoo
Alcohol y tristeza
Deslizó mis manos en sus piernas
Pulidas por el mismo contacto
De otros muchos hombres más

Subo a su cintura
Que ya lleva arrastrando
Los años
Las cervezas y la pena

Aprieto sus senos
Ya mallugados por el uso
Y delineó la circunferencia oculta
De sus aureolas

De vez en cuando
ella me aparta
me habla y toma un trago
de una cerveza el triple de cara
y vuelvo a envolverla
Dentro de mi sombra de lujuria

Aparto de mi camino su falda
No me permite entrar más allá
Procedo a delinear la grieta
De su sexo
A mallugar más sus senos
Y seguir marcando su cuello
Levantando banderas a mi pasó
Dibujando el mapa de sus hombros
De sus brazos
y sus dedos

Pero en la mesa puesto estaba
un reloj
que decía en cursiva Victoria
y cuando ella se había tragado
todos esos segundos
revueltos en alcohol
dijo “¡Ya!”
sostuvo mi cuello
y me beso.

Poema escrito en 2018

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