Nunca se habló de una esperanza vaga
Que rodea cada tarde el anochecer.
Tal vez le de frío o se olvide de los calcetines
Porque siempre hay que pensar en positivo.
No hay de dónde sacar la soga
Para perder la noción del tiempo
¿Por qué se siguen haciendo edificios altos
Si no nos dejan volar entre las ventanas
O para hacer más real la idea del vértigo imparable
La versión corta de la vida
En sus innumerables sensaciones de vacío?
Vacío hecho vacío dentro de un vaso sediento
Dentro de un plato, de mugre, hambriento
En la pantalla que brilla y se hornea su propia cara
Voy a lavarme las manos
Sucias de sueños escondidos.
El silencio los acaricia como
El gato se acomoda entre mis piernas
Cuando justo había decidido
Levantarme y sacarme las sábanas
Para irme a trabajar
Que para vivir luego habrá tiempo
Empachado de la vorágine
De la venta de emociones en lata
Buscando en mis horas perdidas
Que consumir para consumirme un rato
Cómo la antorcha que brilla cansada
Del frío y de la oscuridad que la opacan
El poeta ya no quiere
Contar el viejo cuento
Al público que quiere arrancarle la sangre.
Que al morir solo el cuervo lo recuerda
Que antes de irse
Vivió la agonía del alcohol
Del olvido
Del construido frío de las calles
(por manos igual de frías
y duras por el harto peso
de la miseria entre el polvo)
De la música de violines
Que lloran en otro tono
Distinto
Al gris del mundo
Escrito una noche de desesperación del 21 de noviembre del 2021